Los Gobernantes Chistositos

Los Gobernantes Chistositos

Ernesto Alonso Lopez
Cuestionario para pensar sin pudor

¿Qué tiene de gracioso repartir y expeler por parejo la basura política hedionda y frustración emocional de algunos gobernantes?

Es gracioso cómo los gobernantes ensucian los procesos electorales con sus «chistes» insípidos. Se creen los herederos del Maestro Polo Polo, o el nuevo rival de otro Maestro de la comedia: Franco Escamilla. Hasta ahí no pasa de la anécdota, pero las bromas, con sorna, de los gobernantes, como decir algo relacionado a repartir o darle basura parejo a todos, casi siempre augura nubarrones de tormenta, nada más porque al gobernante psicopatico se le ocurrió ese día que era un buen momento para hacer gala de su show de stand up, que todo México esperaba.

¿Es cómico ver cómo faltan a la vergüenza y violan la ley?

¿Qué risa hay en ofrecer opciones políticas vacías de sustancia para el voto ciudadano?

¿Es divertido ver cómo la política se banaliza y los políticos actúan como payasos sin escrúpulos y sin honestidad intelectual?

¿Es gracioso ver cómo la salud mental de los gobernantes y el bienestar del país se ven afectados por una mala economía, inseguridad pública y alimentos cada vez más caros?

La ironía como forma de violencia pasivo-agresiva no tiene lugar en la corrupción política que representan estos remedos de bufones.

Es hora de exigir responsabilidad y ética de nuestros líderes y de nuestro sistema político y electoral.

Posdata: Dos políticos estaban en un mitin y uno le dice al otro:
¿Sabes por qué los políticos casi nunca nos acordamos de decir la verdad?
El otro respondió: porque no nos importa y nuestra memoria es malísima.

¿Qué chistoso verdad? Como el político ratero que reparte basura parejo. Ese lo contamos luego, «mis hermanos, porque parece chiste, pero es anécdota», como dice Franco.

¿Entre la justicia, la ira y la humanidad?

¿Entre la justicia, la ira y la humanidad?

Ernesto Alonso Lopez
Cuestionario para pensar sin pudor.

Pablo Lyle, artista de Mazatlán Sinaloa México, protagoniza una noticia triste: fue sentenciado y declarado homicida involuntario de una persona en los Estados Unidos. Según el juzgado le esperan años de cárcel y años de libertad condicional. A la familia de la víctima, le queda Toda una vida de dolor al recordar que un miembro murió por golpes.

Con este hecho vemos que las determinaciones irracionales nos enfrentan a la realidad de las consecuencias de nuestras acciones impulsadas por la ira. Lyle, de Mazatlán, experimenta las fuertes lecciones de un arranque de coraje que lo llevó a cometer un terrible acto. Es un recordatorio para todos nosotros de la importancia de controlar nuestras emociones y pensar en las consecuencias antes de actuar.

En la sociedad, a menudo llamamos a esta acción «justicia», pero ¿es realmente justicia cuando todas las partes involucradas sufren? La carrera profesional de Pablo quedó truncada, sus parientes lo verán en la cárcel y la familia de la víctima perdió a un ser querido para siempre. ¿Es esto realmente justicia?

Desde una perspectiva espiritual, podemos ver esta situación como un recordatorio de la importancia de cultivar la paciencia, la compasión y la empatía en lugar de dejar que la ira nos controle. Debemos trabajar en nuestro propio crecimiento interior para evitar caer en actos impulsados por la ira que solo causan dolor y sufrimiento a los demás y a nosotros mismos.

Además, es importante recordar que la verdadera justicia no es simplemente castigar a alguien por sus acciones, sino que el Estado ayude a todas las partes involucradas a sanar y avanzar. Debe buscar maneras de ayudar a Lyle y a su familia a aprender y crecer a partir de esta situación, al mismo tiempo que brinde apoyo a la familia de la víctima.

Este triste hecho nos ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la justicia, la ira y nuestra responsabilidad como seres humanos de cultivar una vida más pacífica y compasiva. Debemos aprender de estos sucesos y trabajar juntos para crear un presente más justo para todos. Al mundo le sobra malicia y le falta más humanidad.

Periodismo Sucio: ¿Quién Controla la Verdad?

Periodismo Sucio: ¿Quién Controla la Verdad?

Ernesto Alonso Lopez
Cuestionario para pensar sin pudor.

¿Cuáles son las causas principales de la corrupción en el periodismo?

¿Quiénes son los principales actores en la corrupción de los medios de comunicación?

¿Qué consecuencias tiene la corrupción en el periodismo para la sociedad?

¿Cómo afecta la corrupción en el periodismo a la credibilidad de los medios de comunicación?

¿Qué medidas se pueden tomar para combatir la corrupción en el periodismo?

¿Qué papel desempeñan las organizaciones de periodistas y las universidades en la lucha contra la corrupción en el periodismo?

¿Qué consecuencias legales hay para los periodistas corruptos?

¿Cómo se pueden proteger los periodistas honestos de la influencia de la corrupción en el periodismo?

¿Cómo puede afectar la corrupción en el periodismo a la libertad de expresión y el derecho a la información?

¿Qué papel desempeñan los ciudadanos y los consumidores de noticias en la lucha contra la corrupción en el periodismo?

¿Cómo se pueden identificar los medios de comunicación y los periodistas corruptos?

¿Cómo se pueden difundir los casos de corrupción en el periodismo y sensibilizar a la opinión pública sobre este tema?

¿Qué se puede hacer para restaurar la confianza en el periodismo y garantizar una cobertura informativa ética e imparcial?

Para mayores referencias, lea:

«Bad News: How America’s Business Press Missed the Story of the Century» de Edward S. Epstein

«Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media» de Edward S. Herman and Noam Chomsky

«The Rise of the Image, the Fall of the Word» de Mitchell Stephens

«The New Censorship: Inside the Global Battle for Media Freedom» de Joel Simon

«A Free and Responsible Press: A General Report on Mass Communication: Newspapers, Radio, Motion Pictures, Magazines, and Books» de The Hutchins Commission

«The News about the News: American Journalism in Peril» de Leonard Downie Jr. and Robert G. Kaiser